lunes, 18 de julio de 2016

Llorar y tener miedo no es debilidad




Llorar no es debilidad, tener miedo tampoco, débil es el que no se levanta y sigue adelante.
I. Primero, Jesús lloró en la tumba de Lázaro.
Cuando Jesús llegó a Betania Su amigo Lázaro ya estaba muerto. Lo habían enterrado cuatro días antes. La hermana del difunto salió al encuentro de Jesús. “Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró. Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba” (Juan 11:33-36).
II. Segundo, Jesús lloró sobre la ciudad.
El Dr. J. Vernon McGee dijo: “En otra ocasión ÉL lloró sobre la ciudad de Jerusalén.
“Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación” (Lucas 19:41-44).
III. Tercero, Jesús lloró en el Huerto de Getsemaní.
Ese es el tercer registro de Él llorando. ¡Oh, las lágrimas que derramó allí en la oscuridad del huerto!